Más de 800 casas destruidas, casi 100 heridos y 24 fallecidos son algunas de las dramáticas cifras que están dejando los incendios forestales. Con ello, cientos de familias han visto cómo el fuego ha consumido sus pertenencias, recuerdos y años de sacrificio, provocando un fuerte impacto emocional.
Jorge Fuentes, psicólogo y Director de Pranavida, señala que, tras enfrentarse a estas tragedias, es normal sentir susto o vivir un periodo de negación como respuesta a estos desastres naturales de gran escala. “Luego de vivir episodios tan traumáticos las personas pueden estar más irritable de lo habitual, puede haber cambios radicales y oscilantes en el estado de ánimo, presentando cuadros de ansiedad, nerviosos o depresivos”, detalla el profesional.
De acuerdo con lo que plantea Fuentes tras esta fuerte experiencia se puede tener recuerdos repetidos y vívidos de la evacuación o de ser testigo del avance del fuego durante un periodo. “Estas escenas pueden ocurrir sin motivo aparente, provocando reacciones como latidos cardíacos acelerados o sudoración. Junto con ellos, es posible que se comience a tener problemas para concentrase y tener alteración de sueño y apetito” plantea el psicólogo, agregando que “lo importante reconocer que no hay una sola manera de reaccionar al estrés de un suceso traumático”.
En este sentido, el Director de Pranavida aconseja averiguar sobre grupos de apoyo locales que suelen estar disponibles para las víctimas de estos desastres, “como profesionales de la salud mental y terapeutas de medicinas complementarias que pueden entregar herramientas efectivas para estabilizar las emociones”.
Pese a que las alteraciones pueden ser parte del trauma y duelo, es importante estar pendientes de que, si estas reacciones se prolongan en el tiempo o comienzan a afectar el día a día, de ser así se debe consultar a un profesional de la salud mental con una consulta personalizada.
En caso de los niños, el especialista plantea que hay que estar atenta a las explosiones emocionales continuas y agresivas, si comienzan a presentar problemas en la escuela, preocupación por el suceso traumático, retraimiento continuo y extremo, y otros signos de ansiedad intensa o dificultades emocionales. “Estos signos pueden evidenciar la necesidad de asistencia profesional que los pueda ayudar a entender y sobrellevar, sentimientos y conductas resultantes del trauma”.
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